Ellos también tejen

Última moda: hombres tejiendo
En la ciudad más cosmopolita del mundo, tener palillos y lana ya no es exclusivo de las abuelas. Mujeres entre 24 y 35 años y varones jóvenes se han vuelto fanáticos tejedores en Nueva York. Para muchos es una moda simpática que les permite relajarse de una estresada vida. Por eso ya aparecieron bares y cafés temáticos, que lucen estantes con lanas de todos los colores y viernes especiales para “carretear” con crochet en mano.

Nadie se imagina a la atrevida, irónica, liberal y chic protagonista de la serie “Sex and de City”, tejiendo en público una bufanda mientras desmenuza las aventuras y desventuras de sus tres mejores amigas, además de las suyas.

Pero Sarah Jessica Parker, la actriz que da vida a ese personaje tan glamorosa, también tiene su lado ñoño: le encantan los palillos. Es que la vida en la ciudad de los rascacielos es, entre otras cosas, muy agitada.

Otras celebridades como Julia Roberts y Cameron Díaz se suman a esta nueva hobby-terapia, así como jovencitas cultas y un grupo cada vez mayor de hombres, que se reúnen en los nuevos cafés y bares temáticos creados especialmente para efectuar esa tarea. Nada de abuelitas. Eso está out. La idea es socializar y relajarse “a la moda”.

Se trata de una nueva tendencia en la que también son protagonistas los knitting cafés, o cafeterías en las que se puede tejer una bufanda mientras se charla y se hacen amistades bebiendo una taza de chocolate caliente o una cerveza.

Proliferan en Nueva York, aunque también en otras grandes ciudades de Estados Unidos, y se perfilan como negocios de esparcimiento prometedores, a juzgar por el crecimiento de tejedores y de ventas de lana y palillos en la última década.

Machos sin prejuicios

“Boyz Nite” -todos los viernes en el café Knit New York- es la noche especial de los chicos que tejen, mientras que la clientela del Knit Café, en Los Angeles, incluye no sólo a hombres, sino también a niños, según su dueña, Suzan Mischer.

En el café Knit incluso se pueden inscribir en la página web para hacer reservas y así asegurar un espacio y la posibilidad de aprender a hacer maravillas con un manojo de lana. Allí, además de comer panecillos, tomar un café, un jugo o una bebida alcohólica, se puede comprar lana, palillos y revistas para iniciarse en dicho arte.

El fenómeno de tejer en público bien podría verse como una terapia de grupo en una sociedad cada vez más individualista, donde la incertidumbre económica y política, el estrés y las nuevas tecnologías están incitando a una suerte de “retorno al pasado”.

En la era de Internet, del consumo y de la producción masiva, la satisfacción de crear algo con las manos se convierte en un refugio cada vez más buscado.

Yo no sé vosotr@s, pero a mí todas estas cosas que hago, el punto de cruz, crochet y demás, me sirven para relajarme, evadirme y desestresarme un poco de la rutina diaria.

Me parece una idea estupenda esto de los cafés.